En la atiborrada Avenida Paulista levita el Museu de Arte de São Paulo, con todo el peso de su gris armazón sosteniéndose sobre sus patitas rojas: unas columnas que lo elevan para poder entrar a visitarlo desde debajito, literalmente, del edificio.
Cada planta del MASP cuenta con espacios no muy diferenciados físicamente (y a veces es fácil traspasar de uno a otro sin ni siquiera percatarse), pero el planteamiento es bueno. Llama mucho la atención por su arquitectura y su seducción no engaña: en estos momentos cuenta con una buena colección de fotografía internacional (destaca potentísima Marina Abramović), con una exposición cuyo centro es el detalle y otra (cofinanciada por el museo) de fotografía aérea y con una retrospectiva de los grabados de trazo fino del pesimista Lucian Freud, la cual enlaza con fotografías de su asistente David Dawson en una faceta más íntima del pintor y de sus creaciones.
La original presentación curatorial de O triunfo do detalhe (e depois, nada) es muy destacable. Se muestran obras desde los inicios de la historia del arte hasta la contemporaneidad, yendo de estilos con un gran uso del detalle, como el Gótico o el Rococó, a la total ausencia de él, con lo que la visión se extrapola más bien al conjunto, como sucede en el arte abstracto o el conceptual. La colección cuenta con obras menores, que no menos interesantes, de artistas de la talla de Ingres, Velázquez, el Bosco, Rubens, Monet o Matisse; y hay un brillo especial en las obras menos famosas que radica en la posibilidad de conocer la «cara b» de un artista. La iluminación, no obstante, es sencillamente pésima: no hay manera de disfrutar como se merece de los retratos, bodegones y paisajes, ni de cerca ni de lejos.
Tampoco hay que perderse La Tierra desde el cielo, de Yann Arthus-Bertrand, una exposición itinerante que lleva desde 1999 viajando por todo el planeta y enseñando eso mismo: el planeta Tierra. Está situada justo debajo del museo (y en Trianon, el parque de enfrente) y se puede visitar hasta el 15 de diciembre. No solo las fotografías en sí son vibrantes en cuanto al color, la distribución y el contenido, sino que los comentarios que las acompañan lanzan un mensaje que lleva a la reflexión, sobre temas como la pobreza, el trabajo, el agua potable o la muerte, siempre a nivel mundial. A partir de ese juego, compone una obra completísima que baila entre la información y la denuncia.
El MASP es gratuito los martes y algunas de sus obras son tan potentes que calan en uno y se graban en la mente; por suerte: es uno de esos museos que siguen esa fastidiosa política de no poder tomar fotografías.
«Mucha gente se fascina por los detalles y se olvida de lo que busca.»
Paulo Coelho (1947), novelista, dramaturgo y letrista brasileño.
Por: Patricia Martín Rivas
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