El amor en los tiempos del coronavirus

Cuentos pandémicos basados en historias reales alrededor del mundo con pinceladas de ficción. Obra literaria en curso.
Más sobre el proyecto.

Idilio

Chiyo necesita estar sola ahora mismo. Va a pedir un té en una de sus adoradas cafeterías tradicionales de Kioto, olvidarse de lo que ha pasado y escribir en su diario mientras siente el abrazo eterno de la ciudad. Y luego, cuando esté más calmada, volverá a ver a su padre.
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Pseudónimo

Con mucho mimo, Lana le ofrece a Vladimir un poco de guacamole de edamame para que se le calme la garganta. Él le ha dicho que es vegetariano y que le encanta la comida picante, pero Lana siempre duda cuando una persona blanca presume de tolerancia a las especias. No hay más que verlo: apenas unos minutos después de pavonearse, una insignificante rodajita de chile rojo lo ha llevado hasta la náusea.
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Distopía

La alarma de Flózar-262 suena a las siete horas, cuarenta y siete minutos y cuatro segundos cada mañana, ineludiblemente. Esa cadencia (siete-cuatro-siete-cuatro) le transmite una calma supersticiosa que jamás le confesaría a nadie, porque en el planeta Rraau parece no haber hueco para cosas de hechicería.

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Entelequia

Amira sigue teniendo pesadillas sobre Penélope hundiéndose en el río Ámstel, aferrada a su telar para intentar mantenerse a flote, en vano, mientras ella la observa paralizada desde la ventana del apartamento al que se acaba de mudar.

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Ataraxia

Tras comprar el billete, J culpa de su decisión repentina no solo al imán sino también a la fiebre, y Manolo ladra cada vez que su cuidadora le suelta alguna reflexión en voz alta o viaja en el tiempo o cuando ve un pájaro a través de la ventana.

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Istmo

El puente de las Américas ha adquirido otro significado para Minerva y, cuando lo ve ahora, le vienen a la mente casi con angustia las prisas y los horarios de cuando tenía que ir a recoger a su hija a la casa de su ex durante los meses de restricción por sexos.

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Efemérides

Gao Hi no brilla precisamente por su sentido del humor, pero sus palabras y su carácter se visten de comicidad sin pretensiones al filtrarse por el traductor del móvil, lo cual siempre ha llevado a Lucas a la carcajada, incluso en medio de todo el dramón de hace ya un año, cuando solo él se hospedaba en este céntrico hotel de Wuhan con quinientas cuarenta y cuatro habitaciones, ahora de nuevo boyante y con un nombre que su garganta española sigue sin lograr pronunciar.

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Enigma

Kawa maúlla mantras desde fuera de la puerta mosquitera y Akiko entrelaza los miaus que le regala el presente, kan-ze-on, na-mu-butsu, y entona los cánticos que lleva repitiendo cada mañana antes del amanecer durante más de treinta años, yo-butsu-u-in, yo-butsu-u-en, con una concentración arraigada en la práctica, bup-po-so-en, jo-raku-ga-jo, una estricta disciplina, cho-nen-kan-ze-on, bon-nen-kan-ze-on…

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Aroma

Aunque jamás lo confesaría, había esperado con ansías la llamada de su mamá anunciando que al final no vendría a pasar las fiestas a Sucre. Después de unos minutos al teléfono con ella, falsamente maldiciendo la pandemia por separar a las familias, le pidió con liviandad su exquisita receta de picana navideña, para cocinarla ella por primera vez, empujada por la ausencia materna. Perderse tal manjar sí que le daba una pena infinita.

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Bibliofilia

Cada vez que se trenza el pelo, agradece por Nina Wayra. Cada mechón, cada cruce, cada tirón marcan la presencia de la niña en el mundo con salud y alborozo. Las dos trenzas caen a sendos lados del cuello y ahora llegan hasta el pecho, pero se quieren cada vez más largas, cada vez más largas, hasta el infinito, porque prometió no volver a cortarse nunca más el cabello si Nina Wayra nacía sanita.

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Eufonía

Esta casa. La de al lado. Do-ba-du-ba-du. Los cabellos rizados al viento. El jardín común. Una balada eterna de John Coltrane. La belleza del caos. Du-ba. La belleza en el caos. Compañeros de sueños que van y vienen según la temporada y el amor. El amor. Du-ba-du. Una voz. Esa voz. Du-du.

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Diatriba

El apartamento de Mischi en Queens ya casi no huele a cerrado ni a comida podrida. Lleva pagando el alquiler de un lugar desocupado desde que murió, y ahora Ruth y Solomon han llegado desde California para desempolvarlo, llenarlo de aromas frescos y vaciarlo de historia y de la oquedad forzada de los últimos meses para poder devolvérselo a su dueño de una vez por todas.

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Genealogía

Únicamente Tía Tomasa guarda recuerdos de recuerdos de la gripe de 1918 en toda Navarrevisca; y, hasta ahora, siempre le habían parecido historias de fantasmas, de otro mundo o de película.

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Navarrevisca

Idiosincrasia

Ensimismada por la insistencia de su cilantro en amarillear, Angélica se imagina su propia muerte con una clarividencia abrumadora por enésima vez en la vida. Y eso que ahora no fuma. Antes, cuando se acomodaba durante horas en la barda de la Casa de Cortés, para ver a la gente de paseo y susurrarse efímeras ficciones ajenas mientras se vestía los interiores con humos, jamás le invadían pensamientos obituarios. 

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Acribia

Cada vez que ve su propia imagen, se le aparece Alfonsina Storni para susurrarle alguna perogrullada. «Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas», le canturrea, dejando a Giselle con la duda si se referirá al maquillaje o a las ronchas.

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Onirismo

Al fin y al cabo, Keza lleva ya un tiempo practicando la omnipresencia: añadir otra ciudad a la lista no tiene por qué cambiar nada. El sábado arranca con una entrevista de trabajo por Zoom, que le había prometido a Ganza que acabaría a las doce como mu-chí-si-mo, pero ya han pasado tres cuartos de hora desde el mediodía y la muchacha sigue ahí…

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Caleidoscopio

Todo está en paréntesis. Y qué: volverá. No pensaba que fuera a vivir una revolución, a estar viva para ver las calles llenas del grito unánime, las pintadas, los cacerolazos desde los balcones, la sed de lucha. El estallido social le ha regalado la carantoña de la justicia y el sentirse chilena por primera vez, pero no con un orgullo nacional hueco, sino con una fuerza intrínseca y voraz que la inunda ferozmente.

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Atmósfera

Jamás se había presenciado una tormenta de tal magnitud en el seco verano de Kilstonia. Qué raro que llueva con tanta furia en esta parte de Oregón: tan solo esta mañana, el cielo estaba tan despejado que Vera ha visto con claridad desde la ventana cómo un castor estaba en medio de la isla poniéndose morado a sauce. El sauce del Vera. La mujer ha saltado de la cama de un brinco, como si no tuviera ochenta y un años ni le acabaran de operar de un pie, ha agarrado su rifle calibre 22…

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Gastronomía

Todo se debe al fatídico festival de durian en la oficina y al consecuente atracón. Y lo peor es que la idea la ha tenido el propio Ong, animado por la llegada de junio y con ganas de complacer a sus compañeros, con paladares sumidos en la pesadumbre y anhelantes de los sabores arrebatados. 

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Peripecia

Vendrá primero la madrugadora de Manoli, la panadera, que es una balsa de aceite y a quien a veces hay que arrancarle las palabras de la garganta; luego le toca a Juan, ese que se compró una casita en la zona nueva, que parece un lorito de repetición y le pone a uno la cabeza como un bombo; más tarde tendrá a las dos hermanas, las señoras mayores que viven un poco más arriba de la calle, que son la alegría de la huerta y siempre lo piropean por tener cada ojo de un color…

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Melomanía

Andréi sueña con que se le emborronen las manos de nuevo al tocar los preludios de Rachmaninov delante de un público expectante hasta levantar un viento que se lleve por los aires los calcetines del señor barrigón y bigotudo de la primera fila y acabar la actuación con el piano en llamas al no soportar sus cuerdas la vibración.

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Geografía

Tartaletas de fresa y nata, bizcocho de plátano, tiramisú artesanal, pastel de chocolate, tarta de zanahoria, magdalenas con glaseado de unicornio, corona de bizcocho de limón, dulces rellenos de cabello de ángel, rollos de canela y pan, pan y más pan. Todo caducado, pero algo es algo.

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Mnemotecnia

Lo de llamar a la policía se le ocurrió a la hija. Ella tampoco es que quisiera que lo detuvieran para que pasara la noche en el calabozo —con un foco mayor de virus que de presos, seguro—, pero, en cierta manera, se lo había buscado él solito: conducir hasta Zhuanghe era del todo descabellado.

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Prolepsis

Cuando toma el aire en el balcón, Phil se sume en el baile sempiterno de las copas de los árboles que cubren con ahínco la realidad urbana de cemento y ladrillo. Sus cabellos anaranjados no salen de paseo más que para lo justo y necesario; no así su mente: aquel verdor lo hipnotiza un día más hasta que su imaginación se desboca y ve —siente— la tierra siempre húmeda de Londres en cada pisada…

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Filosofía

La inmensidad se dibuja ante sus ojos: el infinito naranja se funde con el azul, que luego se torna rosa, morado, amarillo, hasta que empieza a abrirse hueco la oscuridad con olor a té, una oscuridad que se inunda de sopa y yogur y dátiles y dulces melosos y leche; y comen por primera vez en toda la jornada, con más templanza que voracidad, agradecidos por otro día de aprendizaje.

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Tricofagia

No hay nada como el contacto de los pelitos de gata en las papilas gustativas. Con Isis se complica bastante eso de arrancarle aquellos manjares capilares, pero Nut se deja hacer más perrerías y entonces Abril le quita los pelos de un tirón y los convierte en delicatessen y disfruta de la sensación y los escupe y los traga y se le quedan bailando y bailando por la boca.

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Cromatismo

Hilda mira a su hija por la ventana y la llena de luz. Es puntualísima, lleva un par de semanas haciéndolo, espléndida, universo mediante, sin faltar ni un solo día. Yazmín se lo toma según le pille —con la piel anegada, con furia bermellón, con la calma áspera, con el espíritu en flor—, pero siempre, siempre, siempre se asoma a la ventana a eso de las seis para recibir a su crepuscular madre.

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Autarquía

Beyoncé está atrapada en sus uñas de gel —no es Beyoncé Beyoncé, pero es que María no quiere que se sepa su nombre verdadero, porque es demasiado común y prefiere que no la reconozcan por la calle; así que mejor utilizar el de su ídolo como apodo (seguro que existen más fans de la diva que Marías hay por el mundo)—.

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Catarsis

Qué bonito el mensaje de Rose. ¿No es encantadora Rose? Hace años que no hablan y ahora, de repente, le manda estas bellas palabras. Siempre ha tenido un corazón enorme Rose, ¿verdad? El mensaje de su antigua amiga arropa a Cris toda la mañana y le ilumina el confinamiento durante unos cuantos días. La buena de Rose, qué ramalazo le ha dado, qué atenta, mírala.

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Teofanía

La eclosión neovetusta de las palabras «misa en streaming» le causó un regocijo embadurnado de alivio. Se ha resignado estoicamente a renunciar a las caminatas con amigas por el Dish y a las clases de jazzercise, por mucho que le gusten. Todo por el bien común. Y, en su gran jardín trasero, podría correr, bailar o saltar en la cama elástica si quisiera. Nunca lo ha hecho, pero por qué no.

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Sobre el proyecto

El amor en los tiempos del coronavirus se gesta en el contexto de ganas de crear, tiempo de sobra y obsesión con el COVID-19. Aunque haya habido pandemias anteriores, ahora estamos ante un fenómeno sin precedentes, porque la era digital nos permite compartir en tiempo real experiencias similares y, a la vez, distintas desde cualquier latitud y longitud.

Los primeros cuentos de esta serie nacieron por sí solos: al recibir noticias muy diversas sobre la situación real de cada persona desde distintas partes del mundo, esas narraciones verbales se convirtieron en literatura. Al ahondar en realidades diversas, cada relato adopta un tono y un ritmo distintos y baila en el gran abanico de posibilidades de las experiencias humanas, desde problemas del primer mundo o el aprendizaje y las mejoras gracias a la pandemia, hasta sueños capados y situaciones desgarradoras. Cada cuento tiene toques más o menos de ficción: unos se ciñen totalmente a la realidad, otros dan más cabida a la imaginación y algunos tienen tintes de realismo mágico.

Ahora, el proyecto está más maduro y estructurado y, para escribir los cuentos, entrevisto a quien protagonizará la historia, la narro a partir de mis notas, la persona la lee y propone los cambios pertinentes, que realizo desde el respeto a la experiencia personal de quien comparte su realidad conmigo y con el resto del mundo. A veces, la persona entrevistada no habla español, así que la historia pasa por un proceso más largo de traducción y edición. Al tratarse de un proyecto tan internacional, los cuentos están traducidos a varios idiomas.

Pandemia —de παν («todo») y δημία («pueblo»)— proviene del griego, al igual que los títulos de los relatos de esta serie, unos más crípticos, otros más transparentes y todos ellos llenos de significado y una potente carga etimológica.

Conozco personalmente a la mayoría de los protagonistas de los cuentos, que muestran infinitos tipos de amor —propio, romántico, al prójimo…— y se desarrollan en lugares tan diversos como Nueva York, Dalián, San Petersburgo, Madrid o Santiago de Chile.

El amor en los tiempos del coronavirus está vivito y coleando y por eso brotan cuentos de esta página regularmente. Este proyecto literario en curso sueña con convertirse en tinta sobre papel.

~ Love in the Time of Coronavirus ~
Pintura: Niña en sillón azul, de Mary Cassatt