Para mí, el sexo era solo lujuria mezclada con celos

Captura de pantalla 2016-02-07 a las 19.46.58Captura de pantalla 2016-02-07 a las 19.48.04Captura de pantalla 2016-02-07 a las 19.48.14

Nymph()maniac cierra la llamada «Trilogía de la Depresión», compuesta además por Anticristo (escrita después de que von Trier para dos meses hospitalizado por depresión) y Melancolía.

La promoción de la última película del director danés, con esos carteles tan provocativos, y la cantidad de habladurías que la rodearon casi hicieron pensar que el aclamado autor iba a realizar una película puramente pornográfica.

El cine de Lars von Trier es tremendamente visceral y nunca ha tenido remilgos para mostrar escenas sexuales, como ocurre en Los idiotas o en el fantástico prólogo de Anticristo (al que se le hace un autoguiño en Nymph()maniac). Por supuesto, no se puede negar que su última película contiene escenas de sexo —casi siempre explícito— y muchos desnudos —se ven más penes y vaginas de lo habitual en su cine—, pero el tema principal de Nymph()maniac no se basa meramente en el acto carnal, sino que se sumerge en la psicología de la protagonista, Joe (interpretada por Stacy Martin y Charlotte Gainsbourg) y punza las entrañas de la sexualidad.

Joe le cuenta la historia de su vida a Seligman (Stellan Skarsgård), el hombre que la ha rescatado de la calle, donde la encontró malherida. Joe se confiesa ninfómana y toda su narración gira en torno al sexo, el gran motor de su vida, antepuesto a cualquier persona o circunstancia, y al infinito dolor que esta búsqueda insaciable de placer le produce.

Los que conocen bien el cine del danés sabrán que Nymph()maniac no cumple casi ninguna norma del Manifiesto Dogma 95 que Thomas Vinterberg y el propio Lars von Trier redactaron hace casi dos décadas. Pero eso no significa que el film siga las reglas de Hollywood y esta vez la continuidad está muy rota debido a otros factores, como los cambios radicales de actores para un mismo personaje (con todo lo que ello implica: la apariencia física, el acento, etcétera), sin romper así la sintonía del film y (casi) su credibilidad.

La película se divide en dos mitades (destaca la primera) y ocho capítulos. Pero, en conjunto, es tan poética y estremecedora como toda la obra de Lars von Trier: la música, los insertos, la interpretación de los actores (Uma Thurman: breve, pero brillante), los detalles más mínimos, la incomprensible crueldad, los (intelectuales) diálogos, la duración de los planos, las historias tan humanas con personajes llevados al extremo: todo contribuye a que la transmisión de las emociones embargue al espectador. El final es puntiagudo y puede decepcionar, pero la poesía de Nymph()maniac embauca y duele.

Es una pena que no se le dé cabida a este tipo de cine en el Perú, ya que no parece que la vayan a estrenar. Pero si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma: hazte con ella como sea.

Por: Patricia Martín Rivas
Tags: cine, lars von trier, nymphomaniac

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s