Introducción: Qué ver en Berlín
Viajé por todo el planeta, pero ninguna ciudad me marcó tanto como Berlín. Aquí estaba yo, David Bowie, con mi amigo Jim, más conocido como Iggy Pop, sin un duro y sin planes, pero con ganas de crear, de vivir y de soñar. Viví el Berlín de los años 70, cuando era el punto más conflictivo del mundo durante la Guerra Fría, con el sentimiento de que la muerte estaba permanentemente a la vuelta de la esquina. Berlín es una ciudad interesantísima, romántica, novedosa, histórica y creativa. Aquí todas las expresiones artísticas son bienvenidas y la música es una forma de vida. Esta ciudad me inspiró tanto que me ayudó a reinventarme y a componer los álbumes Low, Heroes y Lodger, que conforman la Trilogía de Berlín. Para mí, Berlín es un lugar donde perderse con facilidad y, a la vez, donde encontrarse. Me gustaría transmitirte todo el amor que le profeso a esta increíble ciudad. ¿Nos perdemos por Berlín?
1.- Rosa-Luxemburg-Platz
El dramaturgo alemán Bertolt Brecht le dedicó unas palabras a Rosa Luxemburgo cuando aún buscaban su cadáver: «La Rosa roja ahora también ha desaparecido. Dónde se encuentra es desconocido. Porque ella a los pobres la verdad ha dicho. Los ricos del mundo la han extinguido». Yo mismo me inspiré en Brecht para hacerle también un homenaje a Rosa Luxemburgo, en forma de canción, y la historia la ha puesto en su lugar. En Berlín hay varios lugares que llevan su nombre, como esta plaza, donde también está la sede del partido de izquierdas. Esta plaza era un núcleo habitual de enfrentamientos entre comunistas y nazis. En enero de 1933 fue escenario de grandes protestas contra el partido nazi, unos días antes de que Hitler se convirtiera en Canciller de Alemania. Hoy en día todo es muy distinto: esta zona es maravillosa para tomarse algo o comer en un ambiente a la vez chic y desenfadado, especialmente la calle Torstraße.
2.- Torre de televisión
La Torre de la televisión mide 365 metros, con lo que destaca mucho en esta ciudad con tantos edificios bajos. Es uno de los símbolos más poderosos y representativos de Berlín y la construyó el Gobierno de Berlín Este en los 60. Cuando vivía aquí, se veía a ambos lados del muro y me resultaba un elemento descomunal, casi una herramienta de control. ¡Me daba la sensación de que también podrían vernos desde ahí arriba! Hoy en día, los turistas pueden contemplar la ciudad desde las alturas e incluso comer en un restaurante, pero cuidado con el vértigo: es la cuarta construcción más alta de Europa. Cuando luce el sol, se refleja en forma de cruz en la cúpula de la Torre, algo que los berlineses llaman «la venganza del Papa». Y es que, curiosamente, el Gobierno decidió derribar una iglesia medieval para edificar la Torre. Pero bueno, el Papa no se venga demasiado, porque el sol aquí brilla por su ausencia.
3.- Alexanderplatz + Reloj Mundial
Alexanderplatz recibió su nombre debido a la visita de Alejandro I de Rusia en el siglo XIX, y lo ha conservado desde entonces, algo no demasiado habitual en Berlín. Varios años después de la caída del muro, diferentes fuerzas intentaron demoler la plaza para construir un pequeño Manhattan. Sin embargo, desde 2015 los edificios están protegidos históricamente, a pesar de no ser especialmente bonitos. Esto es así porque los construyó el Gobierno de Berlín Este, después de que la codiciada plaza quedase en su lado, con lo que forman parte de la arquitectura comunista de la ciudad. Los verdaderos berlineses (incluidos los adoptivos, como yo) le llamamos Alex, y es uno de los puntos de encuentro principales de la ciudad, sobre todo el Reloj Mundial. Este reloj tan original muestra la hora de veinticuatro husos horarios. Los turistas suelen matar el hambre con un típico Currywurst de los que venden los señores con caseta incorporada por toda la plaza.

4.- Kabarett Überbrettl
¡Oh, los años 20 en Berlín! ¡Cómo me habría gustado vivirlos! Se trataba de una época llena de música, libertad y experimentación. Una de las formas artísticas más comunes fueron los cabarets alemanes, inspirados en los franceses, aunque mucho más satíricos, irónicos y políticos, y con bastante humor negro. Ay, sí, ¡me habría encantado vivir aquella época berlinesa de total libertad! El primero de Alemania fue el Kabarett Überbrettl, que estaba aquí mismo, enfrente de una comisaría. Qué atrevido, ¿verdad? En él no solo se representaban espectáculos gloriosos, sino que era un hervidero de ideas y se reunían pequeños grupos organizados que maquinaban en contra del movimiento nazi, cada vez más poderoso. Mi compatriota Christopher Isherwood, que también vivió en la ciudad, escribió varias novelas maravillosas con estos cabarets como telón de fondo. Algunas de sus obras, como Adiós a Berlín, que inspiró el musical Cabaret, hablaban del cierre de estos locales por parte de los nazis, poco amantes de la diversión.
5.- Kino International + Café Moskau
Esta gran avenida, la Karl-Marx-Allee, fue la más importante de Berlín Este. El Kino International es uno de los ejemplos de arquitectura comunista que han conservado mejor el espíritu de la época. Gran cantidad de cineastas eligen este lugar para la premiere de sus películas, por la magia que irradia gracias a su peculiar estilo, tanto exterior como interior. También es uno de los escenarios donde se proyectan películas del célebre festival de cine de Alemania, la Berlinale. Este cine se edificó durante la reconstrucción de la ciudad, en los años 50 y 60. En esta época también se abrieron en la avenida siete cafés dedicados a la cocina y la cultura de ciertos países comunistas, pero casi todos han desaparecido. Uno de los pocos que sigue activo es el Café Moskau, dedicado originalmente a la gastronomía rusa. El ambiente del café ha cambiado mucho, pero su original arquitectura lo convierte en un lugar muy especial.
6.- Café Sibylle
El Café Sibylle sí ha conservado el espíritu de Berlín Este. Resulta muy evocador tomarse algo en este lugar, especialmente un delicioso Strudel de manzana, el dulce alemán por excelencia. Cuenta con paneles informativos y antiguos objetos de la época: desde artículos cotidianos, hasta un trozo del famoso bigote de Stalin. Bueno, de una estatua suya destruida en 1961, ¡no de su bigote de verdad! Por esta zona venía de vez en cuando con Iggy Pop y con su novia, Esther Friedmann. Nos llevaba un chófer en mi Mercedes, que llamaba mucho la atención en este barrio construido expresamente para las clases obreras. Jim y yo vivíamos en un barrio en Berlín Oeste, por supuesto, que tenía una elevada población turca. Vinimos a Berlín para huir de Los Ángeles, una ciudad muy artificial, al contrario que la capital alemana. Berlín nos llenaba de felicidad, qué le íbamos a hacer.

7.- Laubenganghaus
Antiguamente llamada Stalinallee, la avenida Karl-Marx-Allee se construyó en cuatro años con la idea de que fuera democrática en su contenido y nacionalista en su apariencia. Tenía que medir setenta y cinco metros de ancho y las construcciones habían de tener al menos ocho plantas, algo muy distinto en el resto de la ciudad, con una arquitectura no demasiado alta. Este edificio residencial de colores salmón y blanco, diseñado por la arquitecta Ludmilla Herzenstein con estilo Bauhaus, fue el primero en erigirse en esta calle. Sin embargo, se le criticó mucho, puesto que consideraron que ponía en duda la sensibilidad estética de las clases trabajadoras. En adelante, los arquitectos se inspiraron en la arquitectura barroca y neoclásica, por eso se pueden apreciar columnas dóricas, mosaicos y elementos simétricos. Sin embargo, hay construcciones que se salen de estos mandatos estéticos. Esta avenida de 2,3 kilómetros es el monumento arquitectónico más largo de Europa.
8.- Frankfurter Tor
La Frankfurter Tor (o puerta de Frankfurt), de los años 50, está compuesta por dos torres simétricas. Se edificó en memoria de la catedral alemana y francesa en Gendarmenmarkt, destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Con la bomba, los hombres se creyeron dioses y reinó el caos. En este barrio, Friedrichshain, unos ocho mil edificios se vieron afectados. Las llamadas «mujeres de los escombros» se ocuparon de la necesaria reconstrucción, reutilizando materiales de los edificios destruidos para erigir otros nuevos. En Alemania había siete millones más de mujeres que de hombres, porque la mayoría habían muerto en la guerra o los habían encarcelado. Así, las mujeres de entre quince y cincuenta años realizaron un excelente trabajo de reconstrucción. Gracias a estas heroínas anónimas, Berlín pudo recuperarse de un modo más rápido. Ah, por cierto, en muchas ciudades alemanas crearon montañas artificiales con los escombros inutilizables y las ajardinaron. Hay dos de ellas muy cerca de aquí, en el parque público de Friedrichshain.
9.- Rigaer Straße
Una de las experiencias más auténticamente berlinesas es visitar las casas okupas. Después de la caída del Muro, diferentes grupos se instalaron en varios edificios de la ciudad, muchos de ellos en esta calle, la Rigaer Straße. Pese a la presión policial durante años y años y al cierre de algunos espacios, hay varias casas que se han legalizado y siguen funcionando. Algunas ofrecen eventos como comidas vegetarianas o conciertos, normalmente a cambio de donaciones. Los originales grafitis y murales en las fachadas simbolizan la libertad creativa y le dan un toque único a la ciudad, en la que prima la destrucción de la alta cultura. Berlín es una de las capitales del mundo con un mayor número de punkies y gente que viste con un estilo nada convencional. ¡Por eso me gustaba tanto vivir aquí! Además, al contrario que en Los Ángeles, nadie me reconocía por la calle. Siempre me gustó mucho crear personajes y meterme en su piel, y todos se adaptaban perfectamente a la ciudad. ¡Era maravilloso!

10.- Boxhagener Platz
Fridriechshain es uno de los barrios más populares de Berlín. Tiene bares con estilo, restaurantes retro, discotecas conocidísimas, teatros antiguos y famosos mercadillos. El mercadillo más destacado es el que se celebra cada domingo en Boxhagener Platz, o Boxi para los berlineses. Se venden sobre todo objetos antiguos y ropa vintage. Esta zona es el paraíso de los amantes de lo retro. En las inmediaciones de la plaza se puede disfrutar de una gastronomía muy original o de una película en el Kino Intimes, un cine inaugurado en 1909. ¿Quién dijo que no se podía viajar al pasado? Cuando llegué a Berlín, se podía sentir la tensión en el aire y pensé: «Si no puedo escribir aquí, no podré hacerlo en ningún otro sitio». Afortunadamente, esos conflictos forman parte de la historia, pero la creatividad sigue estando muy latente en esta ciudad, y muchos artistas y músicos vienen aquí a probar suerte y convierten zonas como esta en un lugar mágico.
11.- Simon-Dach-Straße
Nunca habría imaginado que esta zona fuera tan animada, moderna y atractiva. Cuando yo vivía aquí, todo esto formaba parte de Berlín Este. Era una zona completamente industrial y una aberración estética por la que nadie elegiría dar un paseo. Berlín ha ido cambiando de barrio de moda en las últimas décadas. El mío, Schöneberg, era el mejor lugar cuando yo me mudé a la ciudad, pero después de la caída del Muro, el barrio de moda pasó a ser primero Prenzlauer Berg, luego este mismo, Fridriechshain, y después otros más. Esto va ligado al encarecimiento de los barrios, claro. Ahora, la Simon-Dach-Straße es la calle con más bares en todo Berlín, con lo que se convierte en un buen lugar para hacer una parada y disfrutar del ambiente tomando una buena cerveza alemana. Además, cuando suben las temperaturas, las terrazas rebosan alegría. ¡Ojalá tengas suerte y disfrutes del buen tiempo!
12.- Berghain
La mejor discoteca de techno en todo el mundo está en una antigua central eléctrica de Berlín. Se llama Berghain y se encuentra en la frontera entre los antiguos Berlín Este y Berlín Oeste. Es uno de los centros de peregrinación mundiales para los amantes de la música electrónica, que tanto me influyó cuando viví aquí, hasta el punto de reinventarme. No cierra en todo el fin de semana y se puede entrar y salir pagando una sola vez. Eso sí, hay que cumplir sus reglas estrictas para poder entrar ¡y para quedarse! No aceptan gente arreglada, sino con un estilo transgresor. ¡A mí me habrían dejado entrar seguro! Además, está prohibido hacer fotos dentro y tener la mente cerrada: mucha gente se desnuda y hay noches temáticas fetichistas. Si no consigues pasar, no te preocupes, es parte de la experiencia. En la puerta venden productos que rezan: «A mí tampoco me dejaron entrar en Berghain».
13.- RAW-Gelände
Berlín es, desde luego, una ciudad única. Las expresiones culturales aceptadas, conservadas e idolatradas van desde estatuas del Antiguo Egipto hasta lugares llenos de grafitis, como RAW-Gelände, un taller del siglo XIX para la reparación de trenes. Se trata de un espacio donde exteriores e interiores rebosan creatividad y energía: murales, una zona de patinaje, un lugar donde practicar la escalada, restaurantes muy variados, una piscina, discotecas, galerías, un gran Biergarten (literalmente, «jardín de cerveza») y hasta una cabina telefónica transformada en discoteca minúscula. Se puede confiar en la fortaleza del rocódromo, por cierto, ya que era uno de los pocos búnkeres construidos en la superficie durante la Segunda Guerra Mundial. La fuerza vecinal cobra especial vigor en este lugar, puesto que, a pesar de los intentos lucrativos de renovación y construcción de viviendas por parte de sus diferentes dueños, la gente de la zona ha presionado para que el lugar conserve ese aire bohemio y creativo que lo caracteriza.

14.- Mercedes-Benz-Arena
Normalmente las ciudades tienen un centro, pero en el Berlín dividido se creó una especie de tierra de nadie. Después de la Caída del Muro, se abrió una oportunidad de oro para los inversores, que compraron terreno inmediatamente. Ese es el motivo por el cual los edificios más modernos y altos se encuentran en la zona donde antes estaba el Muro, especialmente desde la céntrica Potsdamer Platz al suburbano barrio de Treptow. Fue algo polémico, ya que la mayoría de las empresas que realizaron estas obras no eran berlinesas, sino del sur de Alemania. Una de ellas es Mercedes Benz, que inauguró este recinto multiusos en 2008. Con una acústica espectacular, Metallica fue la primera de una gran cantidad de bandas de éxito en actuar aquí. También se celebran eventos deportivos. En el Mercedes-Benz-Arena se consumen cada año alrededor de cuatrocientos mil litros de cerveza y ciento treinta mil pretzels, esos lacitos de pan tan típicos de aquí. Aquí se puede ser, desde luego, muy alemán.
15.- Muro de Berlín
Después de la Segunda Guerra Mundial, Berlín estaba dividida en cuatro zonas controladas por Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia. Debido a la mala situación de muchos de los habitantes de Berlín Este, hubo una gran migración al Oeste. Con idea de frenarlo, se construyó el tan odiado Muro en 1961. Los que vivíamos en el lado oeste, teníamos bastante libertad de movimiento, pero al otro lado del Muro estaban atrapados y controlados por la Stasi, la policía secreta del este. Fuimos muchos los que protestamos ante tales injusticias. La actuación más emocionante de mi vida fue en 1987 al lado del Muro y aproveché para expresar mi rechazo con mi famosa canción Heroes, sobre dos amantes, uno del este y otro del oeste. Se me saltaron las lágrimas al oír a la gente cantando desde el este al unísono con los que estábamos al oeste, como si se tratara de un himno.
16.- East Side Gallery
El Muro cayó en 1989 y, como recuerdo, se ha conservado la East Side Gallery, una galería al aire libre entre los barrios de Friedrichshain y Kreuzberg. En poco más de un kilómetro, la gente viaja a los tiempos de la ciudad dividida, además de poder disfrutar de los diferentes murales pintados por la paz y la libertad. El más famoso es el llamado «Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal», que representa el beso en los labios entre el líder comunista Leonid Brezhnev y el político comunista Erich Honecker, durante la celebración del trigésimo aniversario de la República Democrática Alemana. El beso fraternal socialista era una muestra habitual de afinidad entre estados con esta ideología reinante. Este muro, por cierto, es solo el muro interior, porque en realidad había dos: el principal era más alto y tenía alambre de espino. Más de cien personas se dejaron la vida intentando pasar al oeste, pero más de cinco mil lo consiguieron.

17.- Spree + Puente de Oberbaum
El puente de Oberbaum es uno de los edificios más representativos de Berlín. Está en un lugar estratégico, ya que une los barrios de Friedrishain y Kreuzberg, antaño separados por el Muro. Así, representa la tan ansiada unidad entre el este y el oeste. A pesar de los planes de Hitler de ganar la guerra y convertir Berlín en lo que llamó la «capital mundial Germania», el Ejército Rojo fue ganando terreno en la capital alemana. En un intento desesperado por frenarlos, las fuerzas armadas de la Alemania nazi volaron la parte central del puente en 1945. En el río Spree murieron ahogadas varias personas intentando pasar al lado oeste. Cada vez que leía alguna noticia al respecto, se me ponían los pelos de punta. Ahora es todo tan diferente… En fin, el río se suele congelar en invierno, pero con el buen tiempo, es muy agradable dar un paseo en barco y contemplar la ciudad desde las aguas.
18.- Wrangelkiez
Wrangelkiez es un distrito con una identidad muy marcada debido a su peculiar historia. Pertenecía a Berlín Oeste y el Muro lo rodeaba por tres lados, con lo que se produjo una especie de aislamiento de la zona al quedar solo uno de los lados libre. Además, tanto la policía como el gobierno tenían el Wrangelkiez muy abandonado, por lo que la libertad era suprema. Con una situación tan peculiar, se empezaron a desarrollar espacios alternativos rebosantes de creatividad. Este espíritu experimental aún está muy presente en Kreuzberg, un barrio muy animado con una población especialmente joven y multicultural, que tiene gran cantidad de galerías de arte, bares y restaurantes y una animada vida nocturna. Era uno de los barrios que más visitaba cuando vivía aquí. Venía a Kreuzberg tanto para grabar mis discos en un estudio como para salir de fiesta. Iggy Pop y yo lo pasábamos en grande en el cercano club SO36, que aún sigue abierto.
19.- Badeschiff
No hay mejor lugar para combatir los escasos días de calor de Berlín, que el Badeschiff, una piscina flotante sobre el río Spree. La piscina está hecha a partir de una antigua embarcación y es una maravilla bañarse en medio del río sin exponerse a su gran contaminación, habitual en cualquier río urbano. Además, el Badeschiff tiene arena de playa, tumbonas, música, bebida y comida. ¡Es toda una maravilla! Si vienes cuando el tiempo no es excelente, no te preocupes: la piscina la cubren cuando hace frío y, además, ofrecen servicio de spa. Desde luego, merece la pena ir en cualquier momento del año. El Badeschiff se encuentra en una zona muy industrial que, como otras muchas de tales características en la ciudad, ha sido restaurada y convertida en un espacio alternativo con diferentes opciones de ocio.
20.- Treptower Park
No he visto jamás un otoño más hermoso que el de Berlín, especialmente al pasear por Treptower Park, cuyos árboles adoptan todos los espectros cromáticos y configuran una experiencia visual verdaderamente asombrosa. En 1987, dos años antes de la Caída del Muro, el Gobierno de Berlín Este permitió que la banda de rock inglesa Barclay James Harvest, por supuesto no comunista, diera un concierto al aire libre en este parque, con más de 150.000 asistentes. Esto era, claramente, un síntoma del declive del régimen del este. El grupo ya había dado un concierto en Berlín en 1980, pero en el lado oeste, por supuesto. En todo caso, merece la pena perderse en el Treptower Park en cualquier momento del año, con casi novecientos mil metros cuadrados de pureza e inspiración.
21.- Monumento Conmemorativo a los Soldados Soviéticos
A pesar de no ser muy amigo de la ideología comunista, este monumento de 1949 me resulta realmente sobrecogedor. Está dedicado a cinco mil de los ochenta mil soldados soviéticos muertos en la Batalla de Berlín, totalmente decisiva para que cayera el régimen nazi a manos del Ejército Rojo. El monumento está rodeado de árboles y se levantó en un antiguo espacio deportivo. Está compuesto por una grandiosa entrada, zonas ajardinadas, esculturas, relieves en alemán y ruso con historias bélicas narradas por Stalin y una estatua de doce metros de altura y setenta toneladas. Esta estatua protagonista es ciertamente polémica, pues muchas mujeres consideraron que aquel hombre con una espada y un niño representaba a un gran violador, ya que algunos soldados rusos abusaron de muchas mujeres alemanas durante la guerra. El Berlín del siglo XXI es, afortunadamente, muy distinto. Aunque dudo que vaya a pasar, deseo de todo corazón que aprendamos de nuestros propios errores.

[Guía diseñada y escrita por
Patricia Martín Rivas]
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